Reflexionar sobre uno mismo con una mirada 100% honesta es algo que pocas personas se dan el tiempo de hacer, vivimos con tanta prisa que no nos tomamos un tiempo para detenernos y conocernos, saber más sobre nosotros mismos, nuestros gustos, nuestras cualidades, nuestros defectos, nuestras áreas de oportunidad y así poder encaminar nuestra vida en una dirección adecuada de acuerdo a nuestros propios intereses.
La pregunta es ¿Dónde comienzo? La sugerencia es empezar por reconocer que temperamento tengo, conocer las ventajas y desventajas de este temperamento, con la finalidad de controlar esas desventajas y potencializar los aspectos positivos de nuestro temperamento.
El segundo paso, sería conocer las heridas de vida con las que cargamos. Durante el transcurso de nuestra vida hemos sufrido muchas situaciones que nos han lastimado y han dejado alguna huella que puede condicionar nuestras actitudes y comportamientos, de tal manera que el no identificarlas, trabajarlas y sanarlas nos lleva a correr el riesgo de quedarnos enanos, inmaduros, insípidos y desabridos. Debido a que nuestras heridas siguen abiertas y no nos ocupamos en sanarlas, no solamente nos lastimamos a nosotros mismos, sino que también dañamos a las personas que más queremos.
El tercer paso es reconocer nuestras creencias limitantes, estas ideas que se encuentran en nuestro pensamiento y salen a relucir cuando menos las necesitamos, pero influyen directamente en nuestros objetivos, nuestras metas y nuestros sueños, y se convierten en un obstáculo para nuestra plena realización.